La crisis aérea en Venezuela se intensificó este fin de semana luego de que Turkish Airlines confirmara la suspensión de todos sus vuelos hacia el país entre el 24 y el 28 de noviembre, decisión que se suma a la tomada por Iberia, Latam, TAP, Avianca y Gol, que también paralizaron operaciones tras la advertencia de seguridad emitida por la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos.
La FAA alertó sobre riesgos significativos en el espacio aéreo venezolano, señalando dos amenazas centrales:
- Interferencias tecnológicas persistentes que afectan los sistemas de comunicación y navegación de las aeronaves.
- Incremento de la capacidad y actividad militar del Estado venezolano, con maniobras y despliegues registrados desde septiembre.
Según la agencia estadounidense, los equipos de interferencia en Venezuela pueden impactar aeronaves en un radio de hasta 250 millas náuticas, mientras que los sistemas militares del país tendrían capacidad para alcanzar altitudes utilizadas por vuelos civiles.
Las cancelaciones masivas dejan al país con una conectividad internacional cada vez más limitada, en medio del clima de tensión regional marcado por el despliegue de activos militares de Estados Unidos en el Caribe y el deterioro de las condiciones de seguridad en territorio venezolano.
